Thursday, January 11, 2018

Papeles (Documentos)

PAZ MARTÍNEZ

Suele ser sencillo vivir: comer, dormir, pasear, comer, dormir, mear, comer, volver a dormir, encontrar con quien follar... Así a diario hasta que te encuentras con los papeles. Los papeles son la muerte, la desaparición, el limbo entre lo humano y lo administrativo porque, ya se sabe, si no apareces en los papeles, estás muerto aunque hables con el funcionario. 

Leía esta mañana, antes de venirme pacasa, porque tengo casa, que una familia zimbabueña se había quedado a vivir en el aeropuerto de Bangkok. Los tipos salieron de "vacaciones", venían a Barcelona vía Kiev y, por el camino, Rajoy les denegó el visado (lo hizo personalmente. Dijo algo así como: "Nho, a eshtosh nho lesh deish elh vishado qhue shon negrosh y nho thienen nhada ehn qhué invertirh") Se quedaron en Kiev, esperando que fuese un error, esperando que los papeles se equivocasen, que les dejasen ver lo crecidita que está la Sagrada Familia. Tontitos míos, el papel es algo inanimado y jamás se equivoca. Si está escrito es una true y así, durante tres mesacos, deambularon por la capital de Ucrania Kiev parriba, Kiev pabajo, hasta que caducó el permiso. Les deportaron a Bangkok y allí se quedaron otros 3 meses idénticos, volviendo a Kiev y, a portes pagados, los devolvieron a Thailandia. Pudiera parecer que, estos 8 (4 adultos y 4 niños) recorrieron mundo, el pasaporte así lo decía, pero no, conocieron taquillas, banquitos, dispensadores de plásticos, baldosas y muuuuuchos papeles. Al contrario del iraní Mehran Karini (en la que se basó la peli de Tom Hanks) que estuvo viviendo 6 preciosos años en el Charles de Gaulle, tuvieron la suerte de que Mugabe, el presidente de Zimbabue, se indispusiese un poco al quitarle la silla. Aprovecharon para pedir asilo político y una de Acnur, que debía ser nueva, se sentó a su lado, les escuchó y abrió su maletita de piel de oveja merina con algunos folios en blanco, algunos timbres y, lo realmente importante, un sello de confirmación. A día de hoy, esperanzados por sus nuevos papeles, esperan que alguien (Kiev o así) los acoja en su seno y tener un baño para ellos solos. 

Es curioso todo esto, sobre todo cuando pasas página y ves las casas que tienen los gatos en el aeropuerto de Madrid. Ellos sí que saben, sin papeles ni nada.

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Foto: Julia Sclafani/Deportados

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