Sunday, October 1, 2017

Cristóbal Lamberto, el inmortal de la calle Cotagaita / del Atlas Desmemoriado del Partido de Lanús

EDUARDO MOLARO

Hijo de inmigrantes italianos, nacido en Monte Chingolo, alumno de la escuela 25 y carpintero de oficio, Cristóbal Lamberto era inmortal. Decir "era inmortal" es casi un oxímoron maravilloso, pero para qué lidiar con tediosas explicaciones discursivas.

Muchos sospechaban que Cristóbal había consumado un contrato satánico, pero quienes fueron sucesivas novias del mencionado, descartaban esta hipótesis debido a que no creían que Mefistófeles fuera tan otario como para darle la inmortalidad a cambio de un alma que apenas alcanzaba a concitar el interés de alguna tonta desprevenida. 

Digámoslo de una vez: Cristóbal era bastante hijo de puta y eso – de existir un infierno – ya lo habría condenado a perpetuidad y de manera gratuita.

Pero la fama de su inmortalidad provenía de hechos concretos: Caerse del tren y sobrevivir; haber sido conscripto durante la época de la guerrilla y ser herido en una escaramuza; regresar de Malvinas con esquirlas y vivir para contarlo; haber sido amante de la esposa del comisario Cometti y no pagar con su vida tamaña temeridad; y también por gritar un gol de Lanús en plena hinchada local de Talleres de Escalada, aquella tarde en la que se equivocó de tribuna. 

Sin embargo, y más allá de tales prodigios, lo que confirmó su condición de inmortal fue haber bebido, sin consecuencias, "La pócima que te hace sonar" de su ex novia Maruja, la infalible bruja de la calle Condarco.

Al parecer la hechicera (y disculpen la infidencia) lo había pescado coqueteando con Melinda, la modista de la calle Rondeau, y Maruja quiso vengarse. Cristóbal negó haber coqueteado con la modista, arguyendo que apenas se la estaba cogiendo los martes a la tarde.

Los muchachos de La Barra Poética de la calle Ituzaingó despreciaban a Lamberto. Lo sabían ventajero, ladino, alcahuete de la cana y – ¡tamaña herejía! – un antiperonista recalcitrante. 

Una tarde Heráclito D´Exceso lo echó a patadas del Bar "El Vómito" sólo por haber interrumpido con un impertinente "¡Buenas y santas!" su charla sobre las "20 verdades peronistas".

Heráclito tenía una visión muy particular sobre la inmortalidad de Lamberto:

- No creo en la inmortalidad. Pero si esa mierda existe, es seguro que los infames funcionarios que manejan el universo le otorgarán ese don a hijos de puta como Cristóbal Lamberto.

¡Nunca a un bienhechor! ¡Nunca a un creador de bellas historias! Sólo a seres despreciables como éste. 

De lo contrario ¿Cómo me explican que sólo los hijos de puta mueren longevos? 

Pero la inquina contra Lamberto no era propiedad exclusiva de Heráclito D´Exceso. 

Una noche, en el mismo noble establecimiento, el notable Billarista René Cesario le partió un taco de billar en el marote a Cristóbal por haberle agregado soda a su vaso de Cinzano.

Otra noche, el famoso camarero Gaspar Viñedos derramó por completo la bandeja de café en la humanidad de Lamberto y – ante la descomedida queja de éste – le estampó un consagratorio sopapo en la boca. 

No había una semana en la que Cristóbal Lamberto no recibiera una merecida paliza en el Bar. 

Hasta el Poeta Edmundo Morales, famoso no sólo por sus poemas y sus amores clandestinos, sino por ser un hombre renuente a trenzarse en esos simpáticos rituales masculinos, llegó a pegarle un sopapo detrás de la oreja cuando escuchó a Cristóbal hablar mal de una dama de rápida resolución amatoria. 

- Rata inmunda! No hables así de una mujer! Ya lo dijo mi padre: "Una mina puede ser una flor de puta, pero siempre será una Flor". - descargó Edmundo con posterioridad al sonoro castañazo.

Como verán, sobrevivir a tantos peligros (aunque es justo decir que los muchachos de la Barra Poética eran de piña fácil, pero nunca mataron nadie) acrecentaba mucho más la fama de inmortalidad de Lamberto.

Se dice también que aquella vez en la que Abdul Pipper descendió con su avioneta en la cancha de Centenario, Cristóbal fue uno de los atropellados por la aeronave y que apenas denunció la rotura de dos costillas y una herida en la frente.

Pero a la hora de refutar mitos, el Universo tiene un especial ensañamiento con Lanús y sus habitantes. Y más allá del deseo de los metafísicos de dos con cincuenta, el Universo no necesita expresarse mediante un celestial haz luminoso o una estrella abductiva, sino que muchas veces se conforma con la poco sutil presencia de un ordinario chofer del colectivo 526 atropellando a Cristóbal Lamberto a la salida de un bailongo, desparramando su humanidad sobre el asfalto, dando por tierra con el mito y – se me olvidaba – matando de una vez por todas a Cristóbal.

Los adoradores de historias renovadas, como los miembros de la Asociación ¨Volvería con mi ex¨, veían en esto el nacimiento de un nuevo mito, pero la verdad es que Cristóbal se cagó muriendo, de manera rotunda y definitiva, como cualquier hijo de vecino.

Creo que, con todo esto, he logrado aclararles aquel supuesto oxímoron inicial sobre que "Cristóbal ERA INMORTAL".


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De PLUMAS HISPANOAMERICANAS, 10/20/2013 

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