Saturday, July 22, 2017

Sábat, el retratista de los argentinos

RAQUEL GARZÓN

Uno de los secretos mejor guardados de la 42ª Feria del Libro de Buenos Aires, que termina el lunes, fue la presentación de Rebelde ileso (Planeta), suerte de autobiografía pictórica de Hermenegildo Menchi Sábat, una de cuyas caricaturas, la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner, tildó de "mensaje cuasi mafioso" en 2008.

Sagaz editorialista político que sin palabras viene contándole las costillas al poder de turno desde hace más de cinco décadas, Sábat dibujó entonces el rostro de CFK de frente, con la boca tachada y el perfil de Néstor, su marido y exmandatario, creciéndole en la sien, aludiendo al doble comando de la política argentina de la época. La ira presidencial no le ahorró adjetivos, pero afianzó el bien ganado prestigio internacional que le valió, entre otros, el Premio María Moors Cabot, algo así como el Pulitzer para periodistas extranjeros, por sus dibujos durante la dictadura publicados en el diario Clarín, donde trabaja desde 1973.

Sábat lee la Argentina como otros los resultados de la Liga: en tiempo real. Sociología al lápiz, hay quienes, como el ensayista Christian Ferrer, compran el diario en papel --más allá de los titulares-- sólo para recortar cada día su versión de la Historia latiendo en presente. De allí salieron dibujos que ya forman parte de la educación sentimental de todos los argentinos: los cuatros dictadores llorando como viuditas enlutadas al dejar el poder; Carlos Menem aferrado al sillón presidencial aun antes de lograr la reforma constitucional que, en efecto, lo atornilló otro periodo; sus cientos de retratos de Borges (a quien dedicó un libro, Georgie dear) o, últimamente, el retrato del fiscal de la causa AMIA, Alberto Nisman, muerto violentamente  el 18 de enero de 2015, a quien Menchi siempre dibujó con un tiro en la frente, cuando las investigaciones judiciales se inclinaban hacia la hipótesis del suicidio.

Rebelde ileso, el libro presentado, remite sin embargo a un Sábat más privado: no el de los medios masivos sino el que construyó paralelamente una carrera de pintor, exponiendo y publicando casi una treintena de libros, que recrean y enriquecen el legado cultural del siglo XX, desde Al troesma con cariño (1971), sobre Carlos Gardel. "Como algunos nacemos asmáticos, tuertos o cansados, Hermenegildo Sábat nació para pintar. Casi, casi exclusivamente para eso", le dedica el escritor Juan Carlos Onetti en el comentario a una de sus muestras en su Uruguay natal, donde fue reconocido con el Premio Nacional de Pintura Pedro Figari.

En Rebelde... la selección de pinturas, mayoritariamente retratos, surca 50 años y ofrece algunos rostros archiconocidos y otros de personas imaginarias. Fotos de amigos y de encuentros, reseñas y entrevistas completan la antología con la que Sábat ha decidido contarse a sí mismo.

Autodidacta en cada disciplina que abrazó --de la pintura a la música, pasando por la fotografía y la poesía--, pertenece a una familia de artistas (Hermenegildo era el nombre de su abuelo, también dibujante). Nacido en Montevideo en 1933, es una leyenda viva del periodismo rioplatense. Trabajó en publicaciones que hicieron historia: El país de Montevideo, las revistas MarchaCrisis y Primera PlanaThe Buenos Aires Herald y La Opinión, entre otras. Y en distintas épocas de su vida compartió redacciones con grandes escritores como Juan Carlos Onetti, Eduardo Galeano, Mario Benedetti y Tomás Eloy Martínez.

"Inténtalo de nuevo, fracasa otra vez, fracasa mejor", la frase de Beckett que antepone el artista como epígrafe a todo el libro, es una clave de lectura, un leitmotiv que puede ayudar a entender su obra. Perfeccionista sin cansancio --"soy un juez inclemente de lo que hice"--, Sábat es sobre todo un modo de mirar, una manera de pararse ante la realidad, de medirla, de cuestionarla, de elegir un encuadre, de exigirle respuestas y de encarnar cierta personalísima perspectiva al llevarla al papel o a la tela.

Del jazz, sus músicos y cantantes, a los grandes maestros de la pintura (Monsieur Lautrec suma a sus dibujos los textos de Cortázar), de John Lennon y Yoko Ono al bandoneón de Piazzolla, Sábat ha pintado sus pasiones en blanco y negro y con colores. Tanto las caricaturas como la pintura de Sábat participan de una rara elocuencia, eso que Bachelard le requería a la gran poesía: la capacidad de convertirse en metafísica instantánea y capturar la intensidad de un momento, de una experiencia, de un rostro, para traducir su verdad más profunda.

Así, cuando Sábat pinta al poeta Juan Gelman y miramos su retrato, es Gelman el que nos mira, no puede ser otro, y casi lo escuchamos decir, apurando el primer cigarro: Esa mujer se parecía a la palabra nunca, / desde la nuca le subía un encanto particular/ una especie de olvido donde guardar los ojos, / esa mujer se me instalaba en el costado izquierdo.

Esta sintonía se verifica tanto en caras conocidas como en sus "retratos ajenos de seres posibles" (casi una venganza por la sobredosis de realidad a la que lo someten las caricaturas), en los cuales elige hacer ficción a partir de retazos y gestos que remiten a cualquier hijo de vecino, pero que son elocuentes al pintar, en la mirada turbia y el desgano de cualquier extraño, el desencanto de toda una era.    

“En mis libros --ha contado Sábat-- siempre hay un tema, y después del tema sucede lo mismo que con un cuadro: empiezo con una aproximación y, a medida que se va desarrollando la idea, llego al momento de las correcciones. En todas las cosas hay una gestación. No creo en lo repentino. Como decía Braque: ‘El cuadro está terminado cuando la idea desapareció".

Rebelde ileso termina casi en el principio: en la contraportada se reproduce la foto de su dni infantil, para que el lector pueda comprobar que ya a los 12 años el Maestro fruncía el entrecejo, al sacarle punta a los lápices.

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De CTXT (CONTEXTO Y ACCIÓN), 07/05/2016

Imagen: Detalle de la portada de Rebelde ileso


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