Thursday, November 17, 2016

Dumas, Comus y las cabezas cortadas

RAMÓN MAYRATA

Alejandro Dumas escribió un relato sobre la ejecución de Charlotte Corday  la asesina de Marat (1), en el que escoge a Jacques-Philippe Ledru, el hijo del mago  Comus, como narrador y testigo. Una elección que no es fortuita. La aparición del género fantástico está íntimamente ligada a la reaparición de lo irracional, a menudo enmascarado de espíritu científico  por las teorías del  mesmerismo, la frenología y el magnetismo animal (2).

Se trata de una época de radicales transformaciones sociales que suscitan la aparición de visionarios. La  espiritualidad racional de Swedenborg, las conspiraciones de Cagliostro, el fluido magnético de Mesmer o el iluminismo gótico de Cazotte renuevan por completo la literatura imaginativa. O el propio Comus. Con sus ilusiones y ensayos científicos sobre la electricidad, el magnetismo o la vida después de la muerte excitaba la curiosidad por el misterio.

Es la época del triunfo de la razón y de la  influencia creciente de la francmasonería. Tiempos en los que el deísmo británico plantea la investigación racional libre de los dogmas religiosos, Newton completa la  concepción del universo solar de  Copérnico y Kepler, Locke efectúa su crítica empirista a la metafísica y la magia blanca se convierte en espectáculo, desprovista de connotaciones sobrenaturales. Pero las experiencias físicas y químicas, las ilusiones ópticas, el hipnotismo se detienen ante un abismo donde les aguarda lo irracional. De manera que, simultáneamente, se popularizan las ciencias ocultas, la magia negra y la cábala. Las convulsiones de la Revolución estimulan la difusión del iluminismo. Circulan historias de aparecidos, se anhela la piedra filosofal o el elixir de la vida, se interroga a los astros, se cree en la bilocación y se otorga un valor premonitorio a los sueños.

Dumas encarna este universo agitado a través de Joseph Bálsamo, el protagonista de sus Memorias de un médico (3). Bálsamo es trasunto literario del personaje histórico del conde Cagliostro, transformado  en un nigromante cuya vida se ha prolongado a lo largo de tres milenios, bajo diferentes identidades. Dumas está convencido que escribir sobre historia es escribir la historia de las mistificaciones. La serie publicada en folletón, se sucede  a lo largo de la Revolución Francesa, de manera  paralela a la historia de los Girondinos de Lamartine o la Historia de la Revolución  de Michelet.  Pero Dumas otorga una papel preponderante a las creencias en  lo sobrenatural, a la hipnosis y al magnetismo animal, Un año después, en 1849, escribe Mil y un fantasmas (4). una recopilación de cuentos donde lo fantástico se convierte en un intento de reencantamiento del mundo desencantado por la razón. 
Dumas con Miss Menken

Este nuevo libro se inicia con una introducción epistolar que viene a decir que el autor está cansado del mundo real y tiene intención de buscar su inspiración a través de sus rendijas.Desea abrir las puertas del universo a  la posibilidad. O a la  imposibilidad, a aquello que entra en pugna con la razón. Aunque suponga poner patas arriba la visión imperante del mundo.  Su planteamiento de lo fantástico es similar al que haría un mago en un juego de magia. En parte hipótesis, en parte desafío. Dumas se pregunta por imposibilidad. de que pueda producirse un fenómeno que escapa a la razón. ¿Es posible que…? La pregunta es una manera de rebasar los topes  impuestos por el realismo. 

El misterio para Dumas es una luz que tantea  la oscuridad. Se puede comprobar en la pregunta que origina el primero de los siete relatos fantásticos que constituyen Los mil y un fantasmas. Nada más comenzar el novelista acude a Fonteney aux Roses con motivo de la apertura de la temporada de caza. Por la mañana, se cruza con un hombre bañado en sangre. Acaba de decapitar a su mujer y viene a confesar su crimen al alcalde del pueblo. Confiesa por temor a lo sobrenatural,  no por qué esté arrepentido. El hombre afirma que la cabeza cortada de su mujer  le habló e incluso le mordió.
Antoine Wiertz : Cabeza cortada

¿Creéis Sr. Ledru. - le espeta a bocajarro al alcalde – que una cabeza puede hablar separada del cuerpo? Dumas escucha la pregunta que sirve de acicate a la imaginación para adentrarse en territorios desconocidos. El alcalde Ledru tiene su propia versión. Para debatirla invita a Dumas a cenar en su casa esa noche. Vive en una mansión que perteneció a Scarron, un ingenio satírico del XVII que casó con una huérfana desvalida, casi niña, que se convertiría con el tiempo en una reina in péctore: Madame de Maintenon, amante de Luis XIV.

En la casa se conservan algunos recuerdos de ambos. Pero lo que llama la atención de Dumas es un buró que encierra un gran número de paquetes de diversos tamaños. Cada uno de ellos guarda una reliquia. Pero no de santos. Reliquias de los reyes de Francia. Un  pulgar de Francisco I, la rótula de Carlos IX, una costilla de Enrique II, un trozo de cráneo de Luis XIV. ¿De dónde proceden? El Sr. Ledru asistió  a la inhumación  de los reyes de Francia, forzada por la Revolución en el Panteón Real de Saint Denis. Tuvo el cuidado de reunir un recuerdo de cada uno. Uniendo los diversos fragmentos podría reconstruir monstruosamente el cadáver de la monarquía francesa.  

El Sr. Ledru es médico. No es ese el motivo por el que el asesino le ha formulado una pregunta tan insólita: ¿Puede hablar una cabeza cortada?  La verdadera razón es que el Sr. Ledru, es hijo de Nicolas-Philippe Ledru, conocido como Comus,  prestidigitador y médico de los guillotinados últimos reyes de Francia.
Géricault:  Cabezas guillotinadas que utilizó de modelos para  La balsa de la Medusa

Esa noche, durante la cena, Jacques-Philippe Ledru evoca los años en los que su padre “se ocupaba de la educación de mi hermano y de la mía, iniciándonos en todo cuanto sabía de ciencias ocultas y en un montón de conocimientos galvánicos, físicos, magnéticos, que hoy son ya de dominio público, pero que en aquellos momentos eran secretos, privilegio sólo de unos pocos”. Recuerda cómo, cuando se desencadena la Revolución, el título de médico de médico del Rey pudo costarle la cabeza. De hecho fue encarcelado. "Gracias a algunas amistades que yo tenía en la Montaña – prosigue su hijo- , conseguí que lo liberaran".

Entre esas amistades señala a Danton y a Camille Desmoulins, Ambos murieron en la guillotina. También afirma conocer a Marat más como médico que como amigo. Choca que Dumas no haga referencia a la enemistad que debió enfrentar a ambos hombres y que no era razón baladí para que Jacques-Philippe Ledru asistiera a la ejecución de su colega. ¿Consideraba Marat a Comus uno de los impostores  que denuncia en su libro Les charlatans modernes ou Lettres sur le charlatanisme académique (5). En este libro arremete contra las instituciones académicas. Comus había sido favorecido por el dictamen de la Facultad de Medicina de París (6). Marat veía en estas instituciones el último bastión de la monarquía (7).

Al igual que la ciencia se convirtió en espectáculo a través de las recreaciones científicas, la revolución fue un imponente espectáculo. Grandes multitudes se congregaban para abatir a los tiranos, promulgar leyes, movilizar ejércitos y propagar el terror. 
Guillotina: Instrucciones para su uso

Desde que la mayor parte de las actividades dependían del público, la espectacularidad resulta inevitable en la política, las artes escénicas, las artes plásticas, la ciencia y la tecnología, la interpretación musical, el deporte, la restauración y, por supuesto, la literatura. No se ha reparado suficientemente que el modelo o pauta para esta transformación lo proporcionan los espectáculos de magia. La vida se adapta al bulevar, tal vez porque previamente el bulevar se había adaptado a la vida. 

Todo se convierte en un espectáculo. Una ejecución también. Al igual que Comus, Dumas conocía el secreto de transmutar en espectacular el más mínimo detalle, incluso la tediosa espera, bajo el calor. “Desde las dos del mediodía había ocupado un sitio cerca de la estatua de la Libertad. Era un día caluroso de julio; el tiempo estaba pesado, el cielo nublado y amenazaba tormenta. A las cuatro la tormenta se desencadenó; según dicen, fue en el instante preciso en el que Charlotte subió a la carreta. Habían ido a buscarla a la cárcel en el momento en que un joven pintor estaba haciendo su retrato”.

No hay tiempo para retratos. Aunque las investigaciones que originarán la fotografía son simultáneas a la Revolución, el retrato fotográfico aún no es posible más que a través de las palabras. “La muerte celosa parecía desear que nada sobreviviera a la joven, ni siquiera su imagen. La cabeza estaba esbozada ya sobre el lienzo y, ¡cosa extraña!, cuando el verdugo entró, el pintor estaba pintando justamente la parte del cuello que la cuchilla de la guillotina iba a cortar.”
Charlotte Corday

La electricidad aliada a las fantasmagorías habían desarrollado una atracción especial por los efectos luminosos y Dumas describe una tormenta impresionante mientras se acerca la carreta con la condenada a muerte.  "Los relámpagos brillaban, la lluvia caía, los truenos sonaban; pero nada había podido dispersar al populacho curioso; los muelles, los puentes, las plazas estaban atiborrados; los ruidos de la tierra cubrían casi los ruidos del cielo. Las mujeres, conocidas con el nombre enérgico de «golosas de guillotina», la perseguían lanzándole maldiciones. Oí esos rugidos aproximarse a mí como se oye el rumor de una catarata. Mucho tiempo antes de que pudiera verse nada, el gentío se agitó; finalmente, y como un navío fatal, apareció la carreta abriéndose paso entre la muchedumbre, y pude ver a la condenada, que yo no conocía, que no había visto nunca.”

Hasta aquí la narración tiene un tono realista. Es un viaje a través del tiempo, para reconstruir un momento histórico. Las sensaciones dominantes son la veracidad y la angustia que crean una atmósfera propicia para la aparición de fenómenos extraordinarios.
Camino del cadalso

"Era una bella joven de veintisiete años, con unos ojos magníficos, una nariz de forma perfecta y unos labios de suprema regularidad. Se mantenía de pie, con la cabeza erguida, no tanto para parecer dominar al gentío, sino porque al llevar las manos atadas a la espalda se veía obligada a mantener en alto la cabeza. Había dejado de llover; pero como había soportado la lluvia durante las tres cuartas partes del trayecto, el agua que había caído sobre ella dibujaba sobre la lana húmeda los contornos de un cuerpo encantador; se habría dicho que salía del baño. La camisa roja que el verdugo le había puesto, le daba un aspecto extraño, un esplendor siniestro, a aquella cabeza altiva y enérgica. En el momento en que llegaba a la plaza, dejó de llover, y un rayo de sol, deslizándose entre dos nubes, vino a juguetear con sus cabellos que hizo brillar como una aureola. Realmente, les juro que aunque hubiera detrás de aquella joven un asesinato, acción terrible incluso cuando venga a la humanidad, aunque yo detestase aquel crimen, no habría sabido decir si lo que estaba contemplando era una apoteosis o un suplicio. Cuando vio el cadalso, palideció; la palidez fue más visible sobre todo a causa del contraste con la camisa roja, que le llegaba hasta el cuello; pero casi al instante hizo un esfuerzo, y terminó por girarse hacia el cadalso que miró sonriendo”.

La carreta completa su fantástico viaje hacia la muerte. En el patíbulo lo real y lo fantástico se contagian. El drama de la ejecución resume todos los géneros en un único espectáculo. En las palabras percibimos la puesta en escena, la concepción escénica, los decorados, el atrezo, el vestuario, la iluminación, los efectos especiales y hasta el maquillaje.

"La carreta se detuvo; Charlotte saltó al suelo sin querer permitir que le ayudaran a bajar, luego subió los escalones del cadalso, resbaladizos a causa de la lluvia que acababa de caer, tan rápido como le permitieron la longitud de la camisa que le arrastraba, y la molestia de las manos atadas. Al sentir la mano del ejecutor posarse en un hombro para arrancarle el pañuelo que le cubría el cuello, palideció por segunda vez pero, al instante, una última sonrisa vino a desmentir aquella palidez, y ella misma, sin que nadie la atara a la infame guillotina, con un impulso sublime y casi gozoso, introdujo la cabeza por la horrenda abertura”.

Imaginemos, por un momento, que Dumas está describiendo un juego de magia. El juego de las decapitaciones es de los más antiguos dentro del repertorio de los magos. A partir de la Revolución, los magos utilizaron un aparato semejante a la guillotina. ¿Quién no ha percibido la tensión casi insoportable que provoca este efecto? La guillotina se identifica con el imaginario del terror, aunque no deja de ser un instrumento de civilización a la hora de imponer el igualitarismo. Una por una, las mismas palabras que emplea Dumas para describir la ejecución de Charlotte Corday servirían para describir idéntico efecto en un escenario.
Fotograma de una película dedicada a Charlotte Corday

La cuchilla bajó, la cabeza separada del tronco cayó sobre la plataforma y rebotó”.

El efecto que da forma al anhelo de dominar la muerte, se ha realizado con múltiples variantes.En la Edad Media no existía la guillotina. Se empleaba el hacha, la espada o el cuchillo. Reginald Scott reveló en 1584, el procedimiento empleado para realizar un juego denominado Head on a plate, una decapitación (8) en la que la cabeza cortada se mostraba sobre un plato junto al cuerpo descabezado. Precisamente Scott publicó su libro para evitar que las cabezas de los magos acabaran en el plato, condenados por brujería.

Pero el juego es realmente muy antiguo. Se describe en el papiro de Berlín 3033, conocido como papiro Wescart, escrito entre 1650 a. C y 1540 a.C. A oídos del  faraón Keops llegan las proezas de un mago plebeyo, llamado Dedi. Se dice que es capaz de restituir las cabezas a los cuerpos decapitados. Keops le hace llamar y le ofrece a uno de sus prisioneros para que le corte la cabeza. El mago le responde que tal cosa no se ha de hacer con los semejantes. En su lugar le traen un ganso decapitado. Dedi sitúa el cuerpo en un extremo de la estancia. Y la cabeza en el extremo opuesto. Pronuncia un conjuro y el cuerpo y la cabeza se elevan en el aire, aletean, se aproximan  y se funden de nuevo. El ganso recompuesto cacarea. Dedi repite el efecto con un ave de corral y con un buey.

Como hemos podido apreciar, los animales fueron sustituidos por seres humanos. Cuando la guillotina se impuso en las ejecuciones públicas, también se impuso en los escenarios. Aunque algunos siguieron practicando métodos tradicionales. El mago italiano Benevol, hacha en ristre, realizaba una versión truculenta en los años veinte del siglo pasado. Naturalmente nunca le vi. Tuve noticia de esta decapitación espeluznante a través de la Histoire de la prestidigitation de Max Dif que reproducía carteles y fotos. Y a juzgar por ellos debía de ser muy efectiva. Yo tenía poco más de veinte años. No he podido olvidarlos. Me basta evocar aquellas imágenes para sentir un cosquilleo desagradable en el cuello.
Cabeza de hombre servida en un plato, ca. 1900. William Robert Bowles (1861–1918 Hopkinsville, Kentucky)

En los últimos cincuenta años los magos han sustituido el aparatoso artefacto de la guillotina por una versión más manejable sin que desaparezca la tensión que provoca el temor secular. Es difícil no ponerse en el lugar del voluntario sobre cuyo cuello se desploma una afilada cuchilla.

Volviendo al cuento de Dumas, hay un aspecto en las ejecuciones que excitaba la imaginación de la época. Dumas no lo pasa por alto. La cabeza una vez cortada parecía seguir viva y enfrentaba a la medicina de la época, tan influida por el magnetismo, a un serio desafío.

“Fue entonces– prosigue Ledru -  cuando uno de los ayudantes del verdugo llamado Legros, agarró la cabeza por los cabellos y como vil adulación al populacho, le dio una bofetada. ¡Pues bien! les juro que al recibir la bofetada la cabeza enrojeció; yo lo vi, la cabeza, no la mejilla ¿me oyen bien? no sólo la mejilla que había sido tocada, sino las dos mejillas y con un rubor similar, pues el sentimiento vivía aún en aquella cabeza, y se sentía indignada por haber sufrido un oprobio que no figuraba en la sentencia. El pueblo también se percató del rubor y se puso de parte de la muerta y en contra del vivo, a favor de la ajusticiada y contra el ayudante del verdugo. Y, allí mismo, exigió venganza de esta indignidad, y allí mismo el miserable fue entregado a los gendarmes y conducido a la cárcel."
Adelaida Hermann: Decapitación

El rubor de la muerta es percibido por el pueblo como si se tratara de un fuego. El gusto por estos pequeños detalles, que hacen girar la historia 180 grados, apuntala la reputación de Dumas como narrador de historias.

-Espere- dijo el señor Ledru, al ver que el doctor quería hablar-, espere, eso no fue todo. Yo quería saber qué sentimiento había impulsado a aquel hombre al acto infame que había cometido. Me informé acerca del lugar en el que se encontraba; pedí permiso para visitarlo en la Abbaye, donde había sido encerrado, lo obtuve y fui a verlo.

"Una sentencia del tribunal revolucionario acababa de condenarlo a tres meses de prisión. No comprendía que lo hubieran condenado por una cosa tan natural como lo que había hecho. Yo le pregunté qué había podido impulsarlo a cometer aquella acción."

-¡Caramba! -dijo- ¡Qué pregunta! Yo soy partidario de Marat; acababa de castigarla por cuenta de la ley, y quise castigarla también por cuenta propia.

-Pero -le dije- ¿usted no comprende que es casi delito violar el respeto que se le debe a los muertos?

-¡Venga, pues! -me dijo Legros mirándome fijamente- ¿usted cree que están muertos porque se les ha guillotinado?

-Por supuesto.

Al llegar a este punto, pensé que Dumas nos había conducido a nosotros, sus lectores, a donde pretendía llevarnos: a lo sobrenatural.
Cabeza de guillotinado

-¡Ah, pues! se nota que usted no ve la cesta cuando están todos juntos; que no los ve mover los ojos, chirriar los dientes durante cinco minutos después de la ejecución. Nos vemos obligados a cambiar de cesta cada tres meses, hasta tal punto destrozan el fondo con los dientes. Es un montón de cabezas de aristócratas, ¿sabe? que no quieren decidirse a morir, y no me extrañaría nada que un día alguna de esas cabezas se pusiera a gritar: «¡Viva el rey!».Ya sabía todo lo que quería saber; salí obsesionado por una idea: la de que esas cabezas estaban aún vivas, y decidí confirmarla.

Pero al intentar hacer lo mismo que el narrador de la historia, descubrí que lo que en tiempos de Dumas era algo sobrenatural ya no lo era. Lo que, entonces, parecía situarse fuera de las leyes de la naturaleza y el universo observable, en nuestro días era una verdad científica.

Albert Camus (9)  escribió un impresionante alegato contra la guillotina en el que ofrece testimonios tanto más escalofriantes, cuanto que su inventor, el risueño doctor Guillotín consideraba que el condenado no debía sentir nada. Todo lo más: Un ligero frescor en el cuello”. Uno de esos testimonios pertenece a una conferencia impartida  por de los doctores Piedelièvre y Fournier en 1956, en la Academia de Medicina,

En la cabeza decapitada, los ojos permanecen inmóviles, con las pupilas dilatadas. Afortunadamente no ven y no presentan anomalías ni opalescencia cadavérica. Ya no se mueven. Su transparencia es viva, pero su fijeza es mortal. Esta situación puede prolongarse varios minutos, incluso horas en los individuos sanos. La muerte no es inmediata. Los elementos vitales sobreviven a la decapitación. La única impresión que extrae el médico de esta horrible experiencia es una vivisección homicida seguida de un funeral prematuro”.
Víctima de la guillotina

Albert Camus convierte este pavoroso informe médico en un alegato contundente contra la pena de muerte. Añade otros testimonios igualmente espeluznantes: El ayudante de un verdugo declara: “A quien ponemos bajo la cuchilla es a un loco, presa de una verdadera crisis de delirium tremens. La cabeza muere en seguida. Pero el cuerpo salta literalmente en el cesto, agita las cuerdas. Veinte minutos después, en el cementerio todavía tiene estremecimientos”. El capellán de la prisión de la Santé,  el Padre Devoyod, menciona a un condenado cuya  cabeza decapitada respondía a su nombre.  

Tras palidecer ante tan aterradoras revelaciones, volvamos a la magia. En su sentido más profundo, el planteamiento de los magos en este juego es también un alegato contra la pena de muerte. La cuchilla de su guillotina traspasa el cuello de una persona sin dañarlo. El efecto consiste en devolver a la vida, a través del juego de las decapitaciones o de las cabezas cortadas, lo que la muerte le ha arrebatado. Una de las más bellas versiones, la realizaba Kellar con su propia cabeza. Se desprendía de su cuerpo, flotaba sobre el escenario y regresaba a posarse de nuevo sobre los hombros del mago.
Kellar: Cartel de su auto decapitación


NOTAS

1. Alexandre Dumas: Los mil y un fantasmas, Madrid, Edaf, 2003

2. Así lo constata  Pierre-Georges Castex,en  Le Conte fantastique en France : de Nodier à Maupassant;  Paris : José Corti, 1987.   

3 . Alexandre Dumas: Joseph Balsamo. Memorias de un médico. 2 vols. Barcelona : Alba Editorial. 2005.  

4. Alexandre Dumas: Los mil y un fantasmas, Madrid :  Edaf, 2003

5. Jean Paul Marat: Les charlatans modernes ou Lettres sur le charlatanisme
Académique, Paris,: imp. de Marat, 1791.

6. Commentaires de la Faculté de médecine de Paris, 1777 à 1786. Tome 2, introduction, notes et tables / publié sous les auspices du Conseil de l'Université, [s.n.] , Paris, 1903.http://gallica.bnf.fr/ark:/12148/bpt6k108029g.r=commentaires+de+la+Facult%C3%A9+de+m%C3%A9decine+de+Paris%2C+1777+%C3%A0+1786+Tome+2%2C+.langES

7.  Christophe Germier: Sociabilité savante et transmission de savoirs dans Eloges des académiciens de l’Académie royale des sciences par le Marquis de Condorcet, Grenoble 2 - UFR Sciences Humaines, Jeudi 23 Février 2012,

8.  Reginald Scot: The discoverie of witchcraft, London, 1584

 9 Papiro Wescart

!0. Albert Camus, Réflexions sur la guillotine , 1957. Hay edición española en Albert Camus & Arthur Koestler: Reflexions sobre la pena capital, Madrid : Capitán Swing, 2011

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