Saturday, September 17, 2016

Seres sobrenaturales de Bolivia

HOMERO CARVALHO OLIVA

Mitos y leyendas son territorios en los que se confunde la realidad con la ficción, lo sagrado y lo profano, la verdad y la fantasía. Ambos, por su carácter simbólico y, su relación con el inconsciente, están más cerca de la poesía que de la investigación científica; sin embargo al igual que la ciencia intentan explicar el mundo, el origen de los dioses, la aparición del ser humano, el origen de los seres, las cosas, el bien y el mal, así como del apocalipsis. Si creemos que lo que imaginamos es posible, entonces la magia es posible porque está en nuestros pensamiento y en nuestro lenguaje. Los protagonistas de los mitos y leyendas habitan en la imaginación popular y no pueden ser explicados de manera racional porque son historias para ser contadas. Por todo el mundo se han escuchado y se escuchan aún los relatos de seres mitológicos o personajes legendarios y en el territorio de lo que ahora es Bolivia, se los ha venido contando desde mucho antes de la Colonia. Los pueblos y civilizaciones que habitaban este territorio, conformado por el País de las altas montañas, el País de los valles floridos y el País de los grandes ríos, poseían una fantástica memoria oral, algunos como productos de un complejo entramado cosmogónico y otros como simples explicaciones de lo sobrenatural.

Hace ñawpas en Abya yala, tierra madura, rebautizada América por los colonizadores, mucho antes que la piedra fuera labrada, que los ríos de la llanura amazónica fueran domesticados y que los valles florecieran en quinua y tarwi, estaban las voces de nuestros ancestros. Voces de los temores creadores de dioses, convocando la vida de aquellos que dejarían sus huellas enterradas en ciudades olvidadas en el altiplano, en viejos tejidos depurados en los valles y en antiquísimas vasijas de cerámica en los llanos. Estaban las voces de los que fuimos, esperando por los que vienen, aguardando a los guaraníes, a los movimas, a los gwarayos, a los aymaras, a los incas, a los urus y chipayas y a los numerosos ayllus de las montañas y a los grandes señoríos de los Pacajes. A los cientos de pueblos que poblaron los Moxos y construyeron la civilización de la llanura y a los navegantes de todos los ríos, lagos y arroyuelos. Voces de los sin nombre que deambulan por las ciudades buscando sus sombras para reencontrarse. Voces del tiempo de Tunupa y Tumpa, de la serpiente y del jaguar, de la vicuña y del tigre, que fueron dioses y divinidades que los hombres y mujeres adoraron tanto como la simiente de sus vientres.

Mitos republicanos
La República y la modernidad también crearon sus propios mitos y leyendas que tienen que ver con figuras políticas, algunas de ellas convertidas en presencias míticas de santos populares que obran milagros entre sus devotos. Como se comprobará en esta pequeña selección, nostálgica, melancólica y testimonial, tanto de los mundos andinos como de los mundos amazónicos, muchos de los seres mágicos, elementales, esenciales, incluidos, tienen la misión de proteger la naturaleza, un principio que ahora más que nunca debemos tener presente, quizá porque algunos de estos seres pueden brindarnos protección e inspiración.

Vivimos un momento histórico especial, en el que los pueblos indígenas interpelan a la sociedad y al Estado boliviano, y si bien la Constitución Política del Estado reconoce a más de treinta naciones que habitan el territorio nacional, el reconocimiento de la visión de la espiritualidad de nuestros pueblos indígenas es un tema pendiente, ya que se encuentra en peligro de inminente extinción y puede que todo su maravilloso bagaje místico y mitológico quede convertido en fósiles culturales. La comprensión de los seres sobrenaturales, de los lugares sagrados y de las energías secretas y cósmicas que las definen, nos permitirá mirar integralmente la realidad que vivimos en nuestro país, tan diverso y tan único a la vez.

En algunos casos hay diferencias respecto a sus orígenes y formas, yo he optado por consultar mis recuerdos y reforzarlos con diccionarios y libros de investigaciones antropológicas de varios autores, para recrearlos e imaginarlos como ahora se los presento. En los espacios míticos, donde los pueblos desarrollan sus historias cosmogónicas, en este organismo mitográfico, la palabra posee personalidad propia, poder espiritual y mágico, sirve para encantar, para hechizar, para curar, para propiciar, bendecir y para maldecir a los seres humanos y animales. Las palabras sagradas controlan las fuerzas de la naturaleza y nos hacen entrar en comunión con la divinidad, porque son la fragua de los sueños y la vida misma. En este espacio, los sueños y las palabras son hilos de un mismo tejido secreto e insondable. Por eso he mantenido los nombres en su idioma original, porque cuando se los invoca, con las palabras de otros tiempos, a estos nombres trashumantes, también se nomina a la magia primigenia con la que los pueblos indígenas se comunicaban con sus divinidades. Esas palabras, suspendidas en el tiempo, expresan la verdad misma de los seres sobrenaturales y lugares sagrados que representan e inspiran a poetas, escritores, artistas y músicos.

Tiempo y espacio
Los mitos y las leyendas, el universo sobrenatural, se confunden en el tiempo, el espacio y los seres humanos y es en la fiesta de los pueblos, tanto de tierras altas como de tierras bajas, donde lo mítico se vuelve presente y encuentra su ritualidad cotidiana. El retorno a la espiritualidad, a la cosmovisión originaria, a la ritualidad de la vida y de la muerte, recrea la identidad que emerge de la revalorización de nuestros pueblos indígenas. Así el ritual se transforma en la sacramentalización de las creencias y la explicación de los fenómenos naturales y los fenómenos internos vuelven a su dimensión espiritual primigenia.

Los pueblos no pueden vivir sin sus mitos y sin sus leyendas, porque son una prolongación de sus relaciones sociales, por eso es que nunca tenemos que olvidar a nuestros seres sobrenaturales y mágicos, benignos o malignos, que heredamos como un legado para el futuro, porque cuando el último de ellos desaparezca nuestra sensibilidad espiritual, nuestra humanidad, se habrá ido con ellos.
En esta nueva edición, ampliada y corregida, gentilmente publicada por el Ministerio de Culturas y Turismo, bellamente ilustrada por Lara Sabatier, Romaneth Zárate y Valia Carvalho, no exagero lo que cuento de estos 107 seres sobrenaturales, mágicos o fantásticos de nuestro país de culturas tan diversas; algunas de estas historias las han contado tanto que nos parecen familiares y otras es probable que no las recordemos ni las sepamos; además tenemos que tomar en cuenta que en la historia oral no existe la versión única, sino versiones de una misma historia. No existe el relato, existen los relatos. En mi caso las he resumido y cumplo con dejar constancia de la huella mágica de nuestros pueblos indígenas y su influencia en el imaginario colectivo nacional para seguir sembrando el diálogo intercultural. Que este libro sea la fogata que nos reúna para conversar sobre nuestros seres mágicos y sobrenaturales.

He aquí algunos de los 120 seres que incluyo en mi libro Seres sobrenaturales y mágicos de Bolivia, que ya va por la segunda edición:

Achane
Sabemos que, desde siempre, la naturaleza ha cobijado y protegido a los seres sobrenaturales. Así para el pueblo Baure los Achane son espíritus que viven en los árboles, en las lagunas o en los ríos. Se les debe pedir permiso para cortar algún árbol para hacer leña por muy viejo que se encuentre. Los Achane pueden tomar la forma humana si así lo desean para mezclarse en las comunidades indígenas. El pueblo Baure, al igual que otros pueblos del departamento del Beni viene del tronco arawak, que puebla gran parte del sud continente y las Antillas.

Andira
Los Tapiete creen que sus primeros ancestros fueron animales y aves y que, en el inicio de los tiempos, cuando la naturaleza era sagrada, existía una mujer murciélago, Andira, que se alimentaba de la sangre de sus maridos, a quienes mataba a los pocos días de desposarse. Hasta que un día llegó Kákhara y atendiendo la súplica de la comunidad decidió casarse con Andira para vengar a sus hermanos hombres. Así fue que la noche de bodas la engañó y la llevó a una fogata y la empujó a las brasas, después de unos minutos atroces, salió de entre las llamas un pequeño murciélago que nunca más pudo convertirse en mujer.

Achachilas
De los primeros sueños de los seres humanos que habitaron Los Andes y de las tempranas raíces cósmicas del imaginario andino nacieron los poderosos Achachilas, seres sobrenaturales que, para los aymaras, son espíritus protectores de la naturaleza a quienes se les debe rendir culto para recibir sus bendiciones. Los más potentes son los que se han convertido en grandes montañas de la cordillera de Los Andes que poseen imponencias sobrecogedoras, mientras más altas mayor es su poder sobre la tierra y los humanos. En quechua se los denomina Apus y el más grande y poderoso es el Tata Sajama.

Anchanchus
Son deidades maléficas andinas que poseen oscuros poderes con los que dominan a sus víctimas. Quienes las han visto las describen como un enano viejo y calvo, de cabeza desproporcionada y dotado de una sonrisa fascinadora. Viven en lugares apartados en las montañas y visten lujosamente con adornos de oro y plata en sus ropas que les sirven para atraer a sus víctimas, a quienes les chupan la sangre hasta dejarlas secas y luego, saciados hasta el hartazgo, se pavonean con descarado orgullo.

Bahuajja
Para el pueblo Ese Ejja la Bahuajja es una montaña mágica y secreta donde moran sus muertos y sus abuelos cuentan que desde allí subían al cielo por un largo, larguísimo bejuco que fue cortado por una mujer. Desde entonces los Ese Ejja no pueden comunicarse con el más allá, con esa existencia mística y primitiva que conocían sus ancestros, y su vida se ha vuelto más difícil que nunca.

Candire
En el vasto inventario de las milagrosas regiones, fabulosos reinos e increíbles ciudades, que existen por toda la Tierra, Candire ocupa un lugar especial, pues no solamente es un espacio que puede estar geográficamente ubicado en las pampas que riega el poderoso río Mamoré, el río madre de la Amazonia boliviana, sino un estado espiritual que se alcanza con rituales de danza y prologados ayunos. Los guaraníes designan con este nombre a la Tierra sin mal de los moxeños.


Dueños
En la cosmovisión de los pueblos del Oriente el Dueño es un espíritu protector de ciertos lugares de la naturaleza, así como de los animales y las aves. Los lugareños de cualquiera de las etnias del Oriente hablan con exaltada reverencia del “Dueño del monte”, del “Dueño del curichi”. Los Dueños forman parte tanto del simbolismo como de la espiritualidad de estos pueblos y distinguen la pertenencia de los pueblos o naciones indígenas a un sistema de creencias. Los isoceños-guaraníes los llaman Iya. Los pueblos moxeños o baures los llaman Achané e incluso se los invoca para que los recién nacidos lleguen al mundo con buena fortuna. Para los baure son espíritus invisibles y los llaman Achanenev y los aymaras del Lago Titicaca cuentan del Ch’uwa Achachila, que es el dueño de las aguas del lago sagrado.

Ekhekho
Es la deidad de los bienes materiales, conocido como “El dios de la abundancia o de la fortuna”. Lo representan como un enano gordo y barrigón, con chullo, y sombrero y sus devotos afirman que mima con fortuna y bienes a los que le rezan y le encienden un cigarrillo que alojan con unción en la boca abierta, coronada por un negro bigote bien cuidado. En ese cigarrillo depositan todos sus deseos. Pero también dicen que castiga cuando no se le rinde pleitesía. Este enano prodigioso es el personaje central de la Alasita que, en La Paz, se celebra cada 24 de enero y en las iglesias se bendice al idolillo y sus illas, sus amuletos para la fortuna. Las miniaturas son un símbolo del deseo y la esperanza de adquirir y poseer lo que representan. En el idioma puquina se escribe Eqeqo y está relacionado con la fertilidad.

Jaguar Azul
Hay animales cuyos nombres parecen afiladas lanzas, su sola pronunciación es una herida en la memoria. En la cosmovisión de los pueblos amazónicos y de tierras bajas en general le atribuyen grandes poderes a los jaguares, felinos de caminar lento como imponiendo su presencia en cada paso. Según los guaraníes, del Gran Chaco, el Jaguar Azul con su potente rugido es el creador del trueno y de los temblores de la tierra. Cuando persigue a la Luna y se la come produce eclipses, entonces los indígenas tienen que hacer que la vomite para que el astro aparezca de nuevo.

Jichi
Para los chiquitanos Ishi-tuursh, deidad del agua que tiene el encargo divino de cuidar que las lagunas no se sequen y proteger a los peces. Si alguien lo mata, la laguna se seca inmediatamente como por arte de magia, dejando una mortandad de peces en el piso todavía húmedo. El Jichi es una inmensa serpiente o un dragón amazónico, genio tutelar, es un ser esencial en la cosmovisión animista de los pueblos orientales de Bolivia; su nombre glorifica la naturaleza.

Khari khari
También conocido como Kharisiri por los aymaras o “comemanteca” por los mestizos. Es un demonio andino que se alimenta de la grasa del cuerpo de sus víctimas. Se aparece a los caminantes solitarios vestido de monje y los hace dormir haciendo sonar una campanilla, luego los va desgrasando hasta matarlos. Dicen que hay que tener mucho cuidado de ellos especialmente en agosto que, por alguna extraña razón, es su mes preferido para atacar.

Pachamama
En la religión andina la Pachamama es la divinidad mayor. Es la madre Tierra en su integridad cosmogónica de tiempo y espacio, proveedora de todos los bienes y protectora de cuanto existe y habita en ella. Es la tierra y la hierba que sobre ella crece, el maíz y la quinua, la yuca y el motojobobo. Su olor es el aroma del mundo, mezcla de tierra y agua. Es omnipresente y se le rinde tributo o “challa” con ofrendas rituales. La relación con la Pachamama es la más profunda y espiritual comunión entre los seres humanos y la naturaleza. Pachamama también es tiempo y espacio. Para Fernando Montes la Pachamama vendría ser “la síntesis entre la naturaleza silvestre del Manqhapacha y y el principio civilizador del Alaxpacha”

Q’amasa
Todos los seres humanos poseemos nuestro ajayu (alma), el jach’a ajayu que contiene el intelecto y la sensibilidad, el jiska ajayu que provee el equilibrio en la vida y lo poseen también los animales y la qamasa que es la sombra del ajayu que determina las cualidades y los caracteres de cada persona, en resumen la personalidad y la vocación. La q’amasa, qamasa o kamasa, está representada por un animal, pues el ser humano reproduce las características propias del animal. Cuando los laikas quieren hacer daño a una persona le extirpan su qamasa y eso lo deja sin protección.

Rey Duedé
Antes de que la codicia de los siringueros les hiciera penetrar hasta los últimos rincones de la selva amazónica, buscando los grandes árboles de la goma elástica, gobernaba esos parajes el Rey Duedé, un diminuto duendecillo que gustaba de las fiestas y de las representaciones teatrales. Hoy el Rey anda perdido y sus súbditos han abandonado sus comarcas y viven en los huecos de los árboles de bibosi, de donde salen para vengarse de los humanos espantando a sus animales.

Tata Belzu
En Bolivia la palabra tata sirve para designar, con veneración, a un hombre bueno y sabio, figurativamente a un padre. El tata Belzu gobernó nuestro país en la naciente república y fue asesinado en 1865, según algunos historiadores, por el general Mariano Melgarejo. Su cariño a los indígenas aymaras y sus políticas caudillistas le ganaron admiración y respeto y, a su muerte, creció una gran devoción entre la gente humilde convirtiéndolo en un santo popular hacedor de milagros.

Tatú Tumpa
Para los chiriguanos, que también son de la familia guaraní, Yanderu Tumpa ordenó el cosmos y lo libró del caos. Los abuelos de los abuelos recuerdan que había dioses creadores como Tatú Tumpa que tuvo dos hijos mellizos: el Sol, Kuarahy, que protege el día y la Luna, Yassi, guardiana de la noche, y era también el dueño de los fértiles campos y de las finas maderas.

Tigre
Es uno de los animales más importantes e influyentes en la mitología de los pueblos amazónicos. Es un dios de la selva y las pampas, que ostenta estirpe e historia; los tigres son sabios, y entienden todas las lenguas. Solamente algunos chamanes saben sus nombres secretos y el guerrero que logra matar a uno de ellos posee su espíritu y se llena de la fuerza y la valentía del felino. En algunos pueblos se cuenta de hombres que se convierten en tigres y salen a cazar animales. En los Reinos Dorados el Tigre divide el umbral entre la vida y la muerte.

Tunupa
Entre los tiwanacotas era la más altísima divinidad, el hombre/dios que podía caminar sobre el agua, pasar por el fuego sin quemarse y convertir en piedra a sus enemigos. Onduló las montañas, crió vicuñas de pelaje dorado, con sus negros cabellos hizo las alas de los cóndores, y las lágrimas saladas de su amada formaron el Titicaca del que saldrán las huestes de guerreros para defender el agua que traerá la guerra del futuro. Cuentan las crónicas que Tunupa, el espíritu del trueno, recorría las comunidades predicando amor entre los seres humanos y curando enfermedades.

Viracocha
Enseñan los amautas (amawt’as), sabios andinos que creen que entre el cielo y la tierra está la vida, que Viracocha o Wiraqucha, el Hacedor supremo, es la divinidad misma de Los Andes, origen y realidad de todo cuanto existe, incluidos los propios dioses menores. Hacedor del Alaj Pacha o mundo de arriba, el Aka Pacha o mundo de aquí y el Manqha Pacha o mundo de adentro y de todos los seres que habitan estos espacios. Su culto se remonta a la civilización de Tiwanacu, imperio que fundó emergiendo de las aguas sagradas del lago Titicaca, y era venerado entre los señoríos aymaras y todo el Tawantinsuyu.

Wak’as
Son sitios sagrados en los que los pobladores de Los Andes perciben misteriosas energías que revelan la divinidad existente. Cuando anochece parece que en estos lugares las estrellas se acercan a la Tierra. Sirven de lugares de culto y son venerados por quienes sienten que están habitados por los espíritus tutelares de los dioses mayores de Los Andes. En las huacas (otra forma de escribir la palabra) se dejan ofrendas para rendirles culto y rogar por bendiciones. Un cronista de la colonia las describe de esta manera: “Las huacas tiene nariz y no olfatean, tiene manos y no palpan, tiene pies y no caminan. Tiene garganta y no gritan, están parados y/o sentados pero no tiene ánima, no se mueven, no tiene otro destino que este”




Homero Carvalho Oliva, Beni, Bolivia, 1957, escritor, poeta y gestor cultural, ha obtenido varios premios de cuento a nivel nacional e internacional, dos veces el Premio Nacional de Novela con Memoria de los espejos y La maquinaria de los secretos. Su obra literaria ha sido publicada en otros países y ha sido traducida a varios idiomas; figura en más de treinta antologías nacionales e internacionales de cuento como Antología del cuento boliviano contemporáneo, The fatman from La Paz e internacionales, como El nuevo cuento latinoamericano de Julio Ortega, México; Profundidad de la memoria de Monte Ávila, Venezuela; Antología del microrelato, España y Se habla español, México; en poesía está incluido en Nueva Poesía Hispanoamericana, España; Memoria del XX Festival Internacional de Poesía de Medellín, Colombia y en la del Festival de Poesía de Lima, Perú; así como en la antología Poetas del Oriente boliviano de Pedro Shimose. Entre sus poemarios se destacan Los Reinos Dorados y El cazador de sueños, inspirados en las tradiciones, leyendas y cosmogonías de los pueblos amazónicos de Bolivia y Quipus en las tradiciones y leyendas andinas. El año 2012 obtuvo el Premio Nacional de Poesía con Inventario Nocturno y el 2013 publicó la Antología de Poesía Amazónica de Bolivia y la Antología Bolivia. Tu voz habla en el viento, que reúne a 55 autores, entre ellos a 3 Premios Nobel de Literatura hablando de Bolivia. Es autor de la Antología de poesía del siglo XX en Bolivia publicada por la prestigiosa editorial Visor de España. Premio Feria Internacional del Libro 2016 de Santa Cruz, Bolivia.

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De CÍRCULO INTERNACIONAL DE ESCRITORES, 15/09/2016 

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