Monday, January 11, 2016

Bozate


MIGUEL SÁNCHEZ-OSTIZ

Llevo más de 20 años pululando por el valle de Baztan y pocas veces he escrito de Bozate, el barrio de los agotes, en Arizkun. ¿Por qué? Pues porque no será un decidido tabú, pero es una cuestión incómoda, de la que es mejor no hablar, tanto que no recuerdo haberlo hecho de manera directa  más que en cuatro ocasiones.
Una, la mejor, hace unos meses con un pareja joven de Bozate,  una gente estupenda que hablaba de esa vieja lacra del agote y su marginación con desparpajo y despreocupación, con orgullo diría yo, de ser quienes eran, venir de donde venía y vivir donde lo hacían.
De las  otras tres ocasiones en que ha oído hablar de los agotes no tengo un recuerdo grato.  Una porque la repulsiva mujer que peroraba vaso en mano y decía pertenecer "a una raza superior" salió a vueltas con lo de la raza maldita y les atribuyó, encima, taras que le son a ella propias de manera tan notoria como grotesca,  y otra porque un buen amigo (a pesar de todo) zanjó la conversación de manera cortante con un "de esas cosas no se habla", más que nada porque se dio cuenta de que alguno que estaba presente podía sentirse aludido y estar incómodo, algo en lo que reparé más tarde, es decir, que no era auctoritas destemplada, sino delicadeza: sabía que alguno de los presentes podía sentirse ofendido.
De la tercera prefiero no acordarme porque salieron a relucir todos los prejuicios centenarios, la mala baba, el racismo y la xenofobia instintivos, mamados no sé si en la cuadra, pero sí en el borbor del racismo animal, que ahí quede. Hay gente que para sentise algo, alguien, necesita despreciar a otro, saberlo o tenerlo por debajo.
De la "raza maldita" yo he venido oyendo hablar desde niño, porque se hablaba de ello con una alegría y un desprecio feroces, y   algún recuerdo bochornoso tengo de esto, pero no en Baztan, sino en Pamplona, y algo he ido leyendo con los años: Aguirre Delclaux, Idoate, Caro Baroja, Altadill, Francisque, Paola Antolini... Hay quien niega la marginación que padecieron los habitantes de ese barrio, "protegidos" (no me lo creo mucho), por el vecino señor de Ursúa, pero los testimonios y las pruebas documentales de esa exclusión social severa son concluyentes, creo que hasta en los libros parroquiales.
Sánchez Dragó, que es un mentiroso compulsivo, me dijo que cuando visitó Baztan, para escribir ese bodrio de Gargoris y Habidis, en la iglesia de Elizondo vio en el suelo (años setenta del pasado siglo)  una viga de roble con la leyenda: "De esta marca no pases, agote". Mentira.  Ni Dios ha oído hablar de esa viga, ni mucho menos la ha visto. Una más, una de tantas de ese personaje al que a descaro y desparpajo pocos le ganan.
Félix Urabayen escribió la que para mí es su mejor novela: El barrio maldito (1923) y creo que si le dedicó ese libro con las cuestiones en él planteadas es porque todo lo silenciadas que se quisiera, en esa fecha seguían candentes.
"Que a nadie se llame agote bajo las penas que se expresan"

Si bien las Cortes de Navarra correspondientes a los años 1817 y 1818 promulgaron una ley que los equiparaba a los demás habitantes del valle y de Navarra,  me atrevo a decir los prejuicios  han durado hasta ahora mismo, aunque hayan perdido virulencia con el paso del tiempo y solo quede ese residuo del racismo y la xenofobia instintivas que es una lacra de que no conoce fronteras geográficas y sociales. ¿Albingenses, godos, enfermos, germanos...? No se sabe con certeza... O nada de eso. Digamos que si vinieron de lejos lo hicieron buscando un refugio, un lugar donde poder vivir. Baroja en algún lado habla de ellos con benevolencia y dice que solo tuvieron la desgracia de nacer en la casa en la que habían nacido y no en la de al lado. Yo me quedó con aquella pareja que me trajo a casa la primavera pasada y con su alegría de vivir: teníamos muchas más cosas en común que el lugar donde habíamos nacido.

_____
De VIVIRDEBUENAGANA (blog del autor), 28/12/2015

No comments:

Post a Comment