Tuesday, March 31, 2015

Cirobayesca

Miguel Sánchez-Ostiz

Escribía Ramón Rocha Monroy en "Libros recomendables" (Los Tiempos, 19.9.2014 y La Prensa 22.9.2014):
Por invitación de la Vicepresidencia integro la comisión coordinadora de las 200 obras que se editarán para conmemorar el Bicentenario de Bolivia hasta el 2025. En la última reunión se han conformado tres comisiones y decidí adscribirme a la Comisión de Historia, con un ojo puesto en la Comisión de Literatura. Lo hago porque las sugerencias principales que llevo son históricas, y entre ellas hay al menos cinco libros que deberíamos integrar a dicha Biblioteca. Ellos son:
Cacerías, de Ciro Bayo, un autor español que recorrió el país de Tiwanaku al río Madre de Dios y dejó sorprendentes datos que recogió a su paso. Se le conoce el libro Chuquisaca o La Plata perulera, porque vivió allí de 1893 a 1895, cuando todavía era sede del gobierno, pero este original apenas pude hojearlo en el escritorio de Miguel Sánchez-Ostiz, quien escribe un libro importante sobre el personaje y procura desde hace varios años seguir sus pasos. Se lo dio Mariano Baptista, con su habitual generosidad y es un tesoro que no puede perderse por la calidad de sus observaciones.




Hacía una semana que habíamos estado conversando en mi habitación de El Dorado acerca del libro que sobre Bayo en Bolivia escribo desde hace años sin que hasta ahora haya concitado mucho interés por parte de nadie. El editor boliviano al que se lo ofrecí no quería crónicas ni ensayos, sino novelas y cuanto más delirantes, mejor, con nazis y extraterrestres por el fondo del lago Titikaka... lástima, eso no es lo mío. Estuvimos hablando mucho rato, despué de cenar con Homero Carvalho en el Rincón Español, de Ciro Bayo, de sus viajes y de los nuestros, de empeños y proyectos literarios. Afuera hacia frío y las luces hacia El Alto titilaban. Bayo estaba sobre la mesa, en sus libros, la panatalla del ordenador, los cuadernos de notas...  El único español que tuvo curiosidad por recorrer lo que había sido la América española hasta hacia unas décadas. ¿Aventurero? Algo más y sobre todo algo menos o cuando menos un curioso aventurero que no duda en dedicarle un poema al obispo de su ciudad... Dos días después Ramón publicó en La Prensa un artículo en que recoge algo de lo vivido y conversado ese día:
"Miguel Sánchez-Ostiz.- Hay casos intensos de pasión por Bolivia en España, que a veces no aquilatamos como se merecen. Aquí llegó Andrés Segovia y dio un concierto en el Teatro Achá, como llegó el gran penalista Luis Jiménez de Asúa, invitado por el rector de la UMSS, Arturo Urquidi. Homero Carvalho insiste en que llegó Unamuno y entonces Miguel Sánchez-Ostiz dice que aquí estuvo Ramón del Valle Inclán en una troupe de teatro que recorría los países vecinos, como lo hicieron los Travesí, que llegaron de España y se quedaron para siempre en nuestro ameno valle.
Miguel llegó por novena vez a Bolivia. Fue jurado del Primer Premio Internacional de Novela Kipus, que culminó con éxito el 1º de septiembre con un jurado de campanillas, presidido por Luis H. Antezana Juárez e integrado también por el poeta y periodista paceño Rubén Vargas. Los tres coincidieron en premiar a Gonzalo Lema por su novela “Siempre fuimos familia”.
A Miguel lo visité en La Paz, en el Hotel Eldorado, donde el personal le tiene devoción y cariño, como toda la gente sencilla de esa grande y bella ciudad que a Miguel lo seduce. Lo llevé a El Alto por el Teleférico y entonces citó a Ramón Gómez de la Serna, con una frase muy suya, que hay en el mundo ciudades apocalípticas, y una de ellas es, sin duda, La Paz. No la ciudad del sur, carente de personalidad como cualquier otro barrio de residencias lujosas del mundo, sino la vasta Hoyada del centro, las laderas y El Alto. Con qué gusto subimos en teleférico y apreciamos el paisaje y cómo nos regodeamos paseando por la Avenida Panorámica de esa ciudad tan elevada. Le digo a Miguel que poco más allá están los brujos, que viven en pequeñas casetas de calamina y contesta que ya sabe, que siempre estuvo allí, mucho antes que construyeran esa araña maravillosa que tejerá su red infinita en siete líneas entre El Alto y los cien barrios paceños.
No hay rincón secreto de La Paz que Miguel no conozca y en eso ha revivido los pasos de otro español, Ciro Bayo, quien estuvo en Bolivia y la recorrió de Sucre a Riberalta y Cachuela Esperanza, donde vivió en el auge de la goma. Miguel se fue en un viaje anterior a buscar la cabaña donde vivía Bayo y no pudo encontrar ni ruinas, pero vi un libro para mí nuevo del escritor español, “Cien cacerías”, donde habla de su maravillosa forma de husmear en el alma secreta de nuestro país alto y bajo.
No es el único extranjero que se deslumbró en La Hoyada. Allí en el Jatun Qhatu, la estación del Teleférico, vimos a muchos turistas gringos que bajaban a esa extraña ciudad y de inmediato se nos vino a la memoria lo que contó Homero Carvalho, que Allen Ginsberg estuvo en La Paz en los 60s y dio testimonio de ello en versos maravillosos. Con lo tranquila que era la Hoyada en esos años y con lo agitada y apocalíptica que es hoy.
El cariño de Miguel por Bolivia se extiende a capitales europeas. Me cuenta que en un anticuario le mostraron un cofre de fotos donde aparece de forma inconfundible la ciudad de Sucre y la Escuela Normal de Maestros, junto a un señor de barba, una jovencita boliviana y una niña. Miguel no dudó en identificar al personaje, nada menos que Georges Rouma, fundador de la Normal. ¿Dónde irá a parar ese cofre? Pues al Archivo Nacional de Sucre, a través de la Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia, a la cual me honro en pertenecer.
El Grupo Editorial Kipus aguarda esta obra de Miguel Sánchez-Ostiz, la tercera sobre Bolivia en la vasta producción del escritor navarro, que incluye a Ciro Bayo y ya lleva como 300 páginas en el original que pude ver en una computadora. Una corrección más y estará lista para este año.
Sí, hay muchas páginas escritas sobre Bayo en Bolivia y sobre los escenarios recorridos en los años que allí vivió, entre Sucre y la barraca San Pablo, en el Madre de Dios, más arriba de Riberalta, a donde fui en dos ocasiones. No fue ese el único libro de Bayo que me regaló Mariano Baptista, también el Por la América desconocida. En el Archivo Nacional seguí la pista de sus colaboraciones de prensa y de su revista El Fígaro y de su colejio de la calle de Las Educandas...

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De VIVIRDEBUENAGANA (blog del autor), 31/03/2015


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