Wednesday, June 18, 2014

El pensamiento ñoño


CARLOS HEVIA FERNANDEZ
Hay toda una generación que llegó a Internet sin instrucción, que nunca estudió filosofía ni leyó libros, que ante cualquier duda acude a wikipedia como consultor de cabecera. Una generación a la que resulta fácil dar gato por liebre. Una generación que adora a Jodorovsky, ese fatuo que fue un buen guionista, que trabajó con Jean Claude Carriere, con Moebius y que un día cayó en la cuenta de que la charlatanería da mas dinero. Personas aparentemente sin taras que se dejan abducir por frases redondas bien enmarcadas y coloreadas que simulan pensamientos profundos, aunque en realidad contienen obviedades de a céntimo la docena. «Un camino de mil millas comienza con un paso». Nos ha jodido Benjamín Franklin ¿se te ocurrió a ti solo? Dice Paulo Coelho, un escritor que parece tener recetas para cualquier congoja, que «Si tienes un sueño, TODO el universo conspira para que lo consigas». Ya. Puedo intuir los sueños que acompañan a los millones de refugiados que viven en tiendas de campaña en zonas desérticas, tan lejos de cualquier mensaje motivador de estos sabios de la autoayuda como si vivieran en otro planeta. Imagino que los niños famélicos de Etiopía sueñan cada noche -si el estomago vacío les permite dormir- con cuencos rebosantes de arroz, aves asadas, frutas, seguramente en sus hambrientas pesadillas ven ríos de aguas apetecibles y transparentes  pero a la mañana siguiente, ni el universo, ni dios, ni la ONU ni la FAO han conspirado para traerle el desayuno. ¿Que soñaran en Swazilandia, con una esperanza de vida en torno a los cuarenta años y en el que el treinta por ciento de la población está infectado por el virus del SIDA?
Coelho, 
Bucay y compañía saben a quien sacarle los cuartos, qué tipo de inválidos mentales necesitan de sus muletas para caminar. Amas y amos de casa del primer mundo, aburridos en su vida de extrarradio,  nevera abarrotada y par de coches en el garaje, siempre al borde de la depresión porque no saben que hacer con sus vidas. Necesitan que alguien les anime y les diga Carpe diem! Pero no puedes levantarte cada día pensando que es el último, esa intensidad no la soporta nadie. La vida está hecha de contrastes. Los días buenos son tan importantes como los malos, dormir es tan trascendental como estar despierto, llorar es tan valioso como reír. Uno no puede estar siempre optimista, disfrutemos cada segundo, tu vida es irrepetible, quierete para que te quieran, cada día nacemos de nuevo...una vida es una vida y se vive como se puede, no como se quiere, ya se encarga ella de enseñarte como es la cosa. Puedes estar comiendo la mejor langosta del mundo en un chiringuito del Caribe, en bañador, los pies descalzos masajeados por arena de coral, la cerveza tan helada que la botella suda, el sonido de las olas acariciando la playa, cuando de repente un retortijón te apuñala, te dobla por la mitad, corres al váter y devolverás al mundo la misma deposición apestosa de siempre. Lo que digo, la naturaleza se encarga de recordarte de que estas hecho y que, como los electrodomésticos, tienes tu obsolescencia programada.
No se si me entiendes, claro que uno querría estar con una sonrisa estúpida en la boca el mayor tiempo posible,  pero a veces la almorrana duele y sangra, tienes que ir al oculista a graduarte las gafas porque no ves un pijo, el espejo te devuelve una frente cada vez mas amplia y has dejado de necesitar el peine, tu instrumento no se afina tan a menudo como antes...«Primum vivere deinde philosophare» decía Séneca. Aunque una cosa es la filosofía, que intenta probar y demostrar algo antes de darlo por cierto y otra idear proverbios que simulen tener un  razonamiento detrás, cuando en realidad sólo hay un pensamiento ñoño que quiere convencernos de que si piensas en cosas buenas y positivas, solo te ocurrirán cosas buenas y positivas. El esoterismo, la magia, el misticismo, salen de un afán de  explicar la vida en términos fácilmente entendibles para cualquiera. Los filósofos, en cambio, reflexionan y argumentan, no se basan en la superchería. Juro que hace poco en casa de unos conocidos vi que tenían en una alacena unos frascos con agua etiquetados con estados de animo como felicidad, bienestar, suerte. Según ellos, la etiqueta transmite al agua la cualidad -no me explicó como, si por ósmosis o por proximidad- y al beberla, pasa a ti. Así conseguirás alegría, vitalidad, salud. ¿Como personas con estudios superiores pueden tragarse tamaños fraudes? Porque el pensamiento ñoño da mucha tranquilidad, no hay nada que explicar porque no tiene explicación, es así y punto. Al fin y al cabo, esas frasecitas me están hablando a mi, me están diciendo que me levante del sofá, que la vida está ahí fuera: el amor, la amistad, la fortuna, el éxito, solo esperan a que yo salga y le sonría a la vida. Pero, joder, si es que estoy muy agusto comodamente sentado leyendo una novela, pa qué cojones me voy a mover ni salir a la calle. Sal tú y ya me cuentas.
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De NEVILLE, 13/06/2014

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