Tuesday, July 23, 2013

La prostitución de pollera está en su auge en la tierra de la coca


Roberto Navia / Chapare - rnavia@eldeber.com.bo

El orgullo indígena llegó también a los centros del placer sexual del trópico de Cochabamba. Aquí, las reinas de la noche no son rubias ni flacas de minifaldas y escotes que caminan con tacones de aguja.  Las que reciben las mejores ofertas para un trabajo de alcoba son las damas de pollera, las cholitas de trenzas largas y de sandalias de charol; las que, por la creciente demanda de clientes nacionales y extranjeros, dominan el mercado de la prostitución que se consume en los puticlub de carretera.

Algunos lo relacionan con el despertar del orgullo indígena que arrastra Evo Morales a escala nacional y extranjera. En otra época, cuando gobernaban Sánchez de Lozada, Hugo Banzer o Jorge Quiroga, no se veía, por lo menos en esta magnitud, a cholitas en los afamados ‘Baldes Rojos’, como se llama a los prostíbulos que hay en los pueblos del Chapare.

En aquellos años, los campesinos y cocaleros, los camioneros y otros clientes de la prostitución, las preferían de faldas o pantalón y mejor si eran flacas y esbeltas. Pero ahora ya no. Los lugareños quieren pagar por un momento de placer otorgado por una mujer de la propia tierra y los extranjeros las buscan originarias para estar a tono con el momento histórico que vive el país. La situación ha llegado a tal punto que hay muchachas de Santa Cruz y de otros lugares del interior del país, que alquilan polleras para convertirse en cholitas y así formar parte de la nueva onda.

La noche ya sobrevuela en las afueras de Ivirgarzama y en este lugar ellas y los clientes están jugando a un romance de alquiler, acaramelados, en el interior y debajo de los aleros de cuatro burdeles en hilera medio iluminados con luces rojas. Es martes pero hay un ambiente de fiesta de fin de semana. La juerga a las 21:00 está en su "punto caramelo". Ivirgarzama pertenece a la provincia Carrasco de Cochabamba y está a hora y media de Villa Tunari, dentro del circuito productor de hoja de coca.

A dos kilómetros está la Alcaldía y en una oficina trabaja Oliver Argote, exintendente y actual jefe de Recursos Humanos del municipio. Dice que entre 2011 y 2012 había cinco prostíbulos registrados legalmente y que nunca se pudo contabilizar cuántas muchachas trabajaban en ellos, porque siempre rotaban, eran como gitanas que se movían constantemente hacia los lugares donde les caían más clientes.
Los contrastes
 Pero esta noche, los focos rojos rompen la oscuridad de la carretera y los hay en diferentes lugares y ya no solo son cinco. A distancia se ven por lo menos siete. Viajando de Santa Cruz a Cochabamba, al llegar a Ivirgarzama, hay uno al lado izquierdo de la carretera. El local se llama La Garza y tres muchachas vestidas con minifaldas están aburridas porque ni un cliente les ha caído aún. Incluso bromean de sus contexturas rellenas. "Este boliche no debería llamarse La garza, sino, Las ballenas", dice una, la de la sonrisa de luna, la morena de cabello rizado, la que en algún momento ha pensado en alquilarse una pollera para utilizarla como anzuelo en la pesca nocturna de hombres temporales. Ella sabe que no son sus kilitos de más los que ahuyentan a los que buscan saciar sus apetitos de bajo vientre.

Al otro lado de la carretera, a 200 metros de La Garza, todo es jolgorio. En los cuatro prostíbulos en hilera hay movimiento y la música de un local se choca con el del otro. Hombres morenos llegan en motos y también algún rubio que baja de un taxi. Las cholas y las de vestido están sentadas en banquetas a un costado de la puerta y también hay otras paradas con las piernas cruzadas cerca de las ventanas.

Lo que cobran
Hilda lleva puesta una pollera rosada que no le cubre sus rodillas. A dos horas de haber empezado su jornada nocturna ya se llevó a la cama a tres hombres que no pasaban de los 40. "Dos eran cocaleros y uno me dijo que llegó de Holanda", cuenta ella, voluptuosa y con dos dientes de oro. Por cada acto amatorio, cobra Bs 150 con derecho a 15 minutos. "Si el cliente quiere llevarme a su hotel, le cobro Bs 500 por tres horas y 800 toda la noche". En sus noches más gloriosas dice que engorda su billetera porque hace el servicio con cinco, con siete y con más.

Esta tabla de precios es superior un 20% a lo que pide Valentina, beniana y rubia arrepentida. Desde hace dos días, esta mujer delgada sufre momentos de sequía laboral. "No hice ni para la leche de mi hijo", cuenta y le echa la culpa de su mal momento a esos jeans apretados que lleva en el cuerpo y a sus cabellos amarillos. "He pensado en ponerme pollera y teñirme el pelo", dice.
En una moto acaba de llegar Carlos. Vive en Villa Tunari. Está con dinero porque en la tarde vendió dos tambores de coca. Piensa celebrar con una mujer, pero de pollera. “Voy a dejar mi plata en una cholita, que es de esta tierra. Me siento orgulloso de ser indígena”, dice con euforia.

Antes de medianoche, llegan dos hombres blancos en una vagoneta tipo taxi. Mastican un castellano cojo, dicen que son de Inglaterra, que han llegado a Chapare atraídos por el deporte extremo que se practica en sus ríos y en sus montes y que hoy quieren experimentar el turismo sexual porque escucharon que mujeres de pollera trabajan en el tema del sexo.
En cada centro nocturno trabajan entre cinco y 10 mujeres  y solo en Ivirgarzama se estima que por noche trabajan 70 muchachas. Pero no solo es esta población en la que se ofrecen servicios sexuales. En Entre Ríos hay por lo menos seis locales, pero el martes, con mujeres de vestidos cortos, estaban casi vacíos  

CLAVES
Mujeres con cara de niñas- Indira parece una muchacha de 17 años, pero ella asegura que tiene 20. Aquí no están permitidas las menores de edad, dice y promete mostrar su carné el día de mañana porque se lo ha olvidado en su casa.
Los clientes son jóvenes
En los prostíbulos se ve a muchachos que tampoco parecen haber llegado a la mayoría de edad. Llegan en motos, toman cerveza y se los ve ingresar a los cuartos donde las mujeres venden por unos minutos su cuerpo.
Los controlesEn la Alcaldía de Ivirgarzama aseguran que se hacen batidas para inspeccionar que todo esté en regla en estos lugares.
Sanidad- En la Alcaldía también aseguran que los controles de sanidad se los hace en el hospital municipal. Sin embargo, las trabajadoras sexuales dicen que no siempre pueden ir porque como algunas provienen de otros lugares, es en sus pueblos de origen donde se hacen revisar con los médicos.
PreciosLa Alcaldía no puede regular el tema de los precios. Cada trabajadora sexual maneja su propia tarifa y la implementa según la demanda que exista.
CompetenciaHay competencia entre las prostitutas de pollera y las que utilizan faldas o pantalones.

UNA FIESTA CON CUSTODIA POLICIAL
La movida en los pueblos de Chapare rompe la noche cualquier día de semana. Es martes y en Entre Ríos hay dos fiestas con juego de luces; una de ellas está custodiada por dos policías que portan pistola en la cintura.
El plato fuerte lo ofrece una amplificación que llegó de Cochabamba. La entrada cuesta Bs 20 para la pareja y Bs 10 quien se anime a entrar solo. Los policías están aquí por si acaso, por si se presenta cualquier problema al caer la madrugada. Pero ahora son las 10 de la noche y ellos en este momento, como todo está tranquilo, se dedican a abrir y a cerrar el portón de metal por donde ingresan los bolicheros.
Afuera hay un proyector de luz, de esos que alumbran hasta el cielo y que sirve como guía para que a lo lejos se sepa que aquí es donde está la diversión.
La muchacha que vende entradas cuenta que ayer hubo otra fiesta, que llegó un grupo musical del interior del país. En Villa Tunari, en Ivirgarzama y en otros pueblos hay ofertas similares, cuentan la juventud que de día va a clases y que algunas noches se divierte.
“Ahora podemos trabajar sin necesidad de escondernos”MARISOL - TRABAJADORA SEXUAL
  
Lleva orgullosa una pollera y no duda para hablar de su oficio. Vende su cuerpo y es consciente de que su ropa, sus trenzas y su origen son el atractivo principal.¿Desde cuándo hay tanta demanda de cholitas ? Yo trabajo desde hace cuatro años en este rubro. No voy a mentir diciendo que fue por conseguir dinero para mi hijo que me metí en esto. Fue porque como trabajadora del hogar me ofrecían poco y porque una amiga me contó que en los burdeles ya prefieren a las mujeres de polleras que a las de vestido. 

¿Hay mucha competencia entre la pollera y el vestido? A un comienzo había rivalidad. Nos miraban con desprecio, enojadas porque noche a noche veían cómo se les escapaban los clientes de las manos. Pero no les quedó otra que hacerse amigas de nosotras porque, además, hay noches en que llegan a prestarse polleras para cautivar a los hombres.
¿Quiénes prefieren cholitas y quiénes a mujeres de falda?Nuestros clientes seguros son los cocaleros, los campesinos y los turistas. Los hombres de Chapare siempre nos dicen que cómo pues no van a preferir a una mujer de esta tierra, que ya está bueno de darles importancia a las de afuera. Y los extranjeros bromean con nosotras y nos dicen que quieren conocer de cerca a una indígena de la estirpe de Evo Morales. A las de vestido las buscan los camioneros cambas. Pero los transportistas que vienen de Argentina, siempre a nosotras no más nos buscan.
¿Y qué dicen los pobladores del Trópico? 
¿Qué pueden decir?, ¿Acaso ellos nos dan de comer? En este mundo cada quien se gana la vida como puede. Y si habemos prostitutas, es porque hay hombres que demandan nuestro cuerpo. Si hay cholitas en este rubro, es porque ahora abiertamente somos atractivas, incluso, los hombres nos cuentan que cuando vuelvan a sus comunidades o a sus países, van a contar a sus amigos que han estado con una chola, con una mujer indígena. Yo tengo amigas que antes ofrecían sus servicios a escondidas, en las cantinas de los pueblos cuando se hacían pasar por meseras. Ahora podemos trabajar sin escondernos.

¿Hay menores de edad?
Hay hombres que buscan de 17 años. Pero no puedo hablar de eso.

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Publicado en Séptimo Día (El Deber/Santa Cruz de la Sierra), 21/07/2013

Fotografía: Clovis de la Jaille

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